31 de marzo de 2008

La Pregunta de tu Vida

Al abrir la puerta del baño de caballeros del pub en el que trabajas, descubres que el destino, personificado en un pobre diablo puesto de EME, ha tenido a bien dejar JUNTO AL váter una humeante mierda que parece decir “ven” y magnetiza tu mirada sin que consigas apartarla por un solo momento.

No querría yo plantear con la situación metáfora alguna sobre la existencia, ni símbolos de ningún tipo, no. Hablo de una mierda de olor, peso, textura y sabor similares a los de la tuya, con la salvedad de que en esa no encontrarías restos de las croquetas de jamón de mamá, sino de las croquetas de jamón de la mamá de otro; una mierda contra la que desde el principio sabes que tú y sólo tú tendrás que enfrentarte a solas. Una mierda a la que sin saberlo estabas esperando desde antes de nacer.

Tus sienes esprintan en un doble o nada contra tu corazón, mientras tus poros exudan un sudor frío y agrio que electriza cada recoveco de tu piel. Te sientes tan vivo que podrías contar uno por uno los vellos de tu cuerpo con un margen de error del 2%.

Es en ese momento cuando te hallas tan cerca de la verdad absoluta que es como si la mismísima puta providencia te hubiese invitado a cenar a casa con toda su familia.

La muerte, tu dinero, el sexo, Julia, los periódicos, la luz, tu coche, papá, las pastillas, ella, la teoría del karma, los atascos, la ecografía, el miedo, los planes, la salvación y el resto del mundo
se desdibujan mientras, desde lejos, escuchas acercarse el eco de tu voz interior, que poco a poco a poco revela los sonidos que dan forma a LA PREGUNTA DE TU VIDA.

***



Tus pupilas recuperan su tamaño habitual y el ruido del motor eléctrico del extractor vuelve poco a poco, acallando el clamor que trajo hasta ti la pregunta , que ya se aleja como una mala resaca.

Por primera vez logras retirar tu vista, con la que recorres muy despacio la estancia hasta posarla por turnos en tus costados. Dos manos, dos respuestas.

En tu puño izquierdo, una bayeta pegajosa deja escapar rítmicamente gotas de agua turbia que forman un charquito junto a tu bota; en el derecho, la presión de tus dedos sobre el asa del cubo de la fregona ha dibujado una perfecta línea roja que los cruza de lado a lado.

La escena de la toilette que inspira el relato fue ideada por Miguel en una de nuestras cándidas conversaciones de sobremesa. Me dijo que o le citaba o nanai de la china.

No más entradas-testamento por ahora, lo prometo.

28 de marzo de 2008

Tardes de juego



Nunca se esforzaron demasiado en ocultarle que no era una hija buscada.
Desde que era pequeña, y cada tarde, su madre le abandonaba a su suerte frente al Hospital Psiquiático de Ciempozuelos, pese a quedar bastante lejos de casa.

Allí jugaba sola con su comba durante horas.

A menudo los pobres locos conseguían hacerle llorar usurpando su único juguete, aunque siempre terminaban devolviéndoselo una vez acababan con él. No quiso Dios que durante todos esos años le ocurriese desgracia alguna.

23 de marzo de 2008

Terapia


Ahora hablemos de él, si no te importa

Bien, yo era una niñata de veinte años contados y él… bueno él era bastante más mayor.

Nada más conocernos, pese a ser en el contexto menos indicado, ambos nos dimos cuenta de la situación: yo tenía mucho que aprender y él estaba demasiado solo. No tardamos en aferrarnos al hueco que el otro tapaba en nosotros mismos. Era pronto para saber si realmente nos necesitábamos, o mejor, si seguiríamos aguantándonos unos meses después. Pero desde ese primer momento fuimos uno.

¿Qué pasó después?

No dio tiempo a acomodarnos el uno al otro. Por horarios apenas podíamos pasar juntos un rato al día y algún que otro fin de semana que jamás desaprovechábamos para no movernos de su casa. Juntos cada momento. Pese al frío, no perdonábamos el par de horas que teníamos para vernos entre semana, sentados muy juntos en el banco de cualquier parque que no pillase demasiado lejos.

Aún estábamos en esa situación cuando ocurrió. Le dejé en ese preciso momento, no sin antes pedirle una explicación que, ni era tal, ni me satisfizo de forma alguna (después me he preguntado en infinidad de ocasiones si existía alguna cosa que el pudiera haber dicho en aquel momento para que las cosas hubiesen sido de otra manera, y fantaseo con la idea de que sí). Fue un adiós tajante del que estoy segura que él tampoco escapó indemne.

¿Volviste a saber de él?

Si, apenas mes y medio después empezamos a intercambiar algunos correos en los que unas veces buscábamos la solución a lo que pasó, mientras que en otras parecía que ambos tratábamos de esquivar la sombra constante de la causa de que todo acabase, sin conseguirlo. Ninguno era capaz de dar carpetazo a la historia, pero al mismo tiempo había quedado claro que tampoco estábamos preparados para pasar página y olvidarlo todo como si el día en que nos conocimos y el que nos dejamos de ver, no hubiesen existido. Eso fue lo más duro. Nos negamos un futuro que ambos deseábamos y que se veía asfixiado por un pasado que no podíamos olvidar.

Algunos meses después incluso volvimos a vernos, citándonos en un café. Detrás de una fingida normalidad en la que hablamos de esto y aquello, sentía en mi interior una furia que me empujaba a maldecir, a gritarle al cielo, a abrazarle. Asentía a su conversación tratando de mantener un gesto tranquilo mientras clavaba con fuerza mis uñas al asiento de espuma.

Como siempre, y volviendo a nuestro intercambio de correos, me deseó lo mejor y se alegró de saber que las cosas empezaban a irme prometedoramente bien, como le conté aquella tarde con un entusiasmo bastante más moderado que el suyo. Razón no me faltaba, como comprobaría algunos años después.

Tras devolvernos algunos mensajes más en los que la dependencia mutua se extremaba, a la par que las referencias al estúpido y nefasto episodio que nos puso en esa situación, confieso que al fin pude respirar tranquila cuando recibí un último mensaje en el que se había hecho con la determinación suficiente para acabar con todo, como yo nunca habría sido capaz.

Se despedía en un mensaje amargo y sin ataques, como nunca los hubieron por parte de ninguno de los dos, lo cuál seguro fue una de las razones que hizo que todo fuese siempre tan difícil. En él explicaba que su distinta situación no le hacía el menos vulnerable en ninguno de los sentidos y, en definitiva, me decía adiós. Esa fue la última vez que supe de él.

¿Aún le recuerdas?

Cada día. Sobre todo a partir de unos meses después de que todo acabase, cuando el pensar con distancia me enseñó que nada iba a cambiar o a volverse más sencillo, pasase el tiempo que pasase.

No le olvidé, no le dejé de echar de menos (si es que acaso tuve tiempo de sentirle a mi lado) y, con la certeza del que no necesita ver nada más para saber; niego en rotundo que exista alguien capaz hacerme sentir cómo me sentí con él aquellos días.

Dicen que un clavo saca a otro clavo, pero ya pasé por eso y lo único que conseguí fue una larga lista de nombres que no me costó olvidar, y de entre los que saco, una y otra vez, las letras del suyo. Iván.

15 de marzo de 2008

Con todas mis fuerzas

Tumbado en la cama y con la mirada fija en el techo, parece que pido al hijo de los vecinos, cuya cama queda justo encima, que haga llegar algo que consiga hacerme volver a sentir vivo otra vez, como si de una oración se tratase. Cualquier cosa antes que echarle cojones a la vida y hacer algo por mí mismo.

Le pido que me lo traiga, y que lo haga rápido.

12 de marzo de 2008

¿Sentimiento de qué?

Que coño, un día es un día.

¿No os ha ocurrido volver a casa sintiéndoos como una mierda por haberos pulido el sueldo de todo un mes en no llega a una tarde?

PUES A MÍ NO, ME SIENTO DE PUTA MADRE, OS LO PUEDO GARANTIZAR.

Si no os ha pasao es normal, es cosa de mi sueldo, que sólo me da para pan de molde y un cartón de vino diario, y claro, asín como que es fácil salirse de presupuesto.

Mirad que monas, si parece que no han roto un cuenco en su vida...



Ahora bien también os digo que ahora no se me ocurre qué hacer con una videocámara, mi enésima camisa de cuadros, unos pantalones DE PI-TI-LLO (échale tú...) y unas cuantas camisetas más.


Algo se me ocurrirá, tiempo al tiempo.

9 de marzo de 2008

Ganadores


¿Ves Letizia? daba igual.

Volvemos a ganar.

5 de marzo de 2008

Manifiesto Pedócrata

Queda proclamada la Pedocracia.

Prohibidos los sinvergüenzas
y gente de malas intenciones:
Mandaremos los niños.

Proclamamos las mariposas,
la risa, los abrazos
las tardes de parque jugando con los yayos.

Subsidios gratuito de dulces cada lunes para los que acustumbren a ir cantando por la calle.

El gobierno garantiza un pedazo de pastel y un beso a cada persona que los necesite, asignados por el personal de cada ayuntamiento.

Aboliremos para siempre el número máximo de animales en casa. Porque un perro es un perro y una tortuga es una tortuga.

Queda terminantemente prohibido pisar fuera de las rayas blancas de los pasos de cebra, bajo pena de copiar 10 veces "si salto y juego estaré contento".

Las cajas de pinturas traerán 2 azules claros para poder pintar cielos y así nunca volverá a acabarse.

Prohibidas las prisas, los trocitos en la sopa y las pistolas.